No se puede cambiar lo sucedido, el tiempo hace su trabajo para alivianarlo y lo dimensiona después en su medida y a medida que los acontecimientos pasan.
En el circo romano cuando el emperador daba una señal había que ejecutar o dejar vivir.
“Señores y señoras, familiares queridos que vinieron a este recinto histórico, bienvenidos…la fiesta está por comenzar.
Hace unos días compré en la sede una bandera nueva. Todavía ayer estaba sin salir de su envoltorio original.
Sentada en la tribuna ajena de un estadio ajeno, quedan menos de seis minutos para terminar el partido y miro al piso de la grada de color ajeno y pienso que…
Una ilusión es solamente eso, una esperanza en algo que sabemos podrá no ser real pero puede darse.
Parece que estamos ganando. Que suerte…y eso que todavía no llegué al hotel para poder intentar ver el partido.
Alguien debe indefectiblemente darles una explicación para lo que pasó ayer y de cómo se escaparon en dos minutos dos puntos.
Las caras se multiplican una y otra, acá y allá. No las veo a todas pero las imagino en la distancia.
Se trata, su señoría, de saber quién es el verdadero culpable de este momento deportivo…y usted que es la historia de esta gloriosa institución decidirá eso…
Considerando que me perdí el primer minuto del partido porque me confundí el horario de comienzo considero que quizás me perdí alguna jugada importante…creo que no.
Son las doce del mediodía y unas gotas empapan el pórtico de la casa alquilada para las mini vacaciones en el este del país.