Por Cecilia810
12 Dic 2016
Cecilia

Bajan de las tribunas los pañuelos blancos desde los bolsillos de nuestros ancestros, mientras vuelan junto con los niños que están festejando ahora en la cancha.

Bajan de las tribunas los pañuelos blancos desde los bolsillos de nuestros ancestros, mientras vuelan junto con los niños que están festejando ahora en la cancha. Secan el sudor de una final jugada más con el corazón que con las piernas y se elevan de nuevo.

Se posan sobre la copa y salen despedidos al aire cuando es elevada entre todos los brazos campeones  y suben con los papelitos de colores.

Antes, en las piernas de otro Papelito se metieron arremolinados en la red y se fueron a cada mano que festejó el gol.

Pasan los campeones de hoy y entre ellos pasa un campeón del 88, el 88 de aquella final inolvidable, y entonces los pañuelos que en esa final viajaron kilómetros para meter el cabezazo de Ostolaza y el penal con Tony Gómez, vuelven a bajar despacio para tirarse en palomita sobre la nueva copa.

Saludan a Scarone, se inclinan ante Atilio y secan las lágrimas de Abdón mientras José María Delgado los mira complaciente.

Se posan sobre el arco al que le están desmantelando la red y ayudan a colgarla sobre los hombros del capitán mientras le palmean la espalda.

Se desparraman sobre las cuatro tribunas para alentar, cantar y bailar. Esa brisa que sentiste, no fue brisa, fueron  los miles y miles de pañuelos blancos.

Después tranquilos, acostumbrados a estos festejos vuelven a los bolsillos de los espíritus de los hinchas tricolores que nos custodian.

Ese ejercito portador de gloria que está allí junto a nosotros. Siempre.

Los pañuelos duermen ahora… arrugados y felices.

¡Si, sépanlo señores, que a los tricolores les da por salir Campeones!

Cecilia810

Cecilia 810

Cecilia es la lectura más esperada después de cada partido. Un bálsamo en los momentos difíciles y un tónico para acompañar la euforia




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