Sol y gol

Un gol solitario en una tarde cansina.

Aún tengo el sol metido en mi cabeza como en las películas del lejano oeste cuando martilla sobre los vaqueros en el duelo.

Al llegar al Tróccoli yendo por el lado de la avenida Santín Carlos Rossi, un muchachito enfundado en celeste y blanco grita cuando nos ve encaminarnos hacia la entrada de la tribuna Brasil: ”no queremos Bolsos en la villa“ . Se ve que le molesta que ya fuimos dos veces seguidas, pero cero pelota y a seguir el camino hacia la tribuna que nos esperaba calentita como el muchachito.

Pancartas en manos de los jugadores y un minuto de silencio muy doloroso.

Estando allí en la parte de arriba y solamente estando de pie y contra el muro la brisa daba un respiro y así vimos el primer tiempo, con la cabeza tratando de recibir el fresco del aire y con los ojos tratando de enfocar las figuras que el sol nos intentaba esconder.

Debo decir que gracias a que estábamos de pie porque esos primeros 45’ era para haber cerrado los ojos y dormitado al sol en una tarde de precios muy altos para ir al baño y no tener ni una luz dentro.

El entretiempo nos llevó casi que por inercia a levantarnos e ir al otro lado, a cambiar de lugar y en busca de cambiar también un poco la cosa.

Y ahí de ese lado, el solitario gol, un gol sufrido y que llegó gracias a que tras algunos cambios se despertó el equipo de la modorra y nos hizo sacudir a nosotros la nuestra en un partido que se hizo cuesta arriba, no por el marcador sino por la carencia de juego y por la responsabilidad de no dejar puntos. Se acaba el encuentro, el sol se va. Hay un tiro libre a favor de ellos, pero ta…pffff. Ahora se van los equipos,  la hinchada canta y dedica.

Un gol solitario en una tarde soleada y cansina, una tarde marcada por el sol y un gol.

A la salida el muchachito no estaba. El sol tampoco. Quedaba el gol y con eso alcanzó.

Cecilia 810