Por decano.com
23 Nov 2015
entrevista

Es el argentino del grupo. Descartó otras ofertas con la esperanza de poder llegar a Nacional y se le dio. Dice estar muy contento de jugar “El equipo más grande de Uruguay”.

Comencemos por el principio. Alejandro Barbaro nació hace 23 años en el barrio Lomas de Zamora de la capital argentina. Hijo de César y Cristina, diseñadores de calzado masculino de profesión, es el del medio de tres hermanos. Su hermano menor sigue sus pasos, pero en otra posición: es arquero en las formativas del club argentino Sacachispas. Su hermana mayor está a punto de recibirse de médica.

            Con tan sólo tres años y medio, el Piojo ya corría detrás de una pelota. Por eso, fue que con nueve años probó suerte en Boca. Le fue bien y lo querían incorporar a las divisiones menores. Pero, el objetivo de la familia era otro: “si fichaba con Boca, al otro día tenía que viajar a Japón con el club y corría el riesgo de quedar libre en el colegio por las faltas. Tengo una madre que fue muy exigente con los estudio y, en ese momento, priorizó la educación y por eso no fui a Boca”.

            Pero, Alejandro no se dio por vencido. A la semana siguiente, se fue a probar a Banfield, ya que ese club le quedaba cerca de su casa y muchos compañeros del baby fútbol jugaban allí. Le fue bien y quedó… y por mucho tiempo: estuvo 12 años en el club del sur de Buenos Aires.

¿A qué edad empezaste a jugar en las formativas de Banfield?

Entre cuando tenía nueve años y jugué en ese club hasta los 21. Fue muy lindo haberme formado es Banfield y haber debutado en primera con ese club. Banfield me dio la oportunidad de terminar el colegio, me formó como jugador y viví muchas cosas lindas. Me quedaron muchos amigos de esa etapa. Yo le estoy muy agradecido al club porque me dio la posibilidad de cumplir mi sueño que era debutar en Primera.

¿Te acordás del momento del debut en Primera?

Sí, eso no se olvida más. Se dio todo muy rápido. Yo estaba jugando en las inferiores y firmé mi primer contrato. Fui a Tercera, pero jugué poco porque enseguida pasé a Reserva. En Reserva, me fue muy bien porque jugué tres partidos y metí seis goles. Ahí me ascienden a Primera, hice la pretemporada y en la segunda fecha me tocó debutar (2011). En ese partido jugué diez minutos, estaba muy nervioso, tenía 18 años. Al siguiente partido, me tocó debutar de titular y fue en un clásico ante Lanús. A pesar de la derrota, a mí me fue muy bien porque marqué un gol y di una asistencia.

¿Cómo te fue en tu etapa en Banfield?

Me fue muy bien. Me sirvió para poder dar mis primeros pasos. No me esperaba que se diera todo tan rápido y que me afianzara tanto en el equipo. Me sirvió mucho la confianza que me dio (Sebastián) el Gallego Méndez, que era el entrenador en ese momento.

¿Por qué se dio tu salida de Banfield?

Banfield había descendido y el técnico que estaba en ese momento no me tenía en cuenta. Después, llegó Matías Almeyda y empecé a jugar de nuevo. Como mi contrato se terminaba, me puse a negociar con los dirigentes, pero lo que me ofrecían no me convenía. En ese momento, Julio Falcioni asumió como técnico de All Boys y, como él me había visto en algunos partidos cuando era el técnico de Banfield y yo jugaba en inferiores, me pidió y fui a All Boys.

Llegaste a ese club en un buen momento porque estaba jugando en Primera División. ¿Cómo te fue en tu paso por All Boys?

La verdad que me fue muy bien. Al principio no tuve mucha participación porque Nicolás Colazo estaba jugando en mi puesto. Pero luego, agarré la titularidad y tuve una seguidilla de partidos como titular. El club tenía algunos problemas económicos, entonces empecé a buscar una salida. Apareció una oferta muy buena de Vélez que a mí me servía porque significaba dar un paso para adelante en mi carrera, pero los dirigentes la rechazaron. Al poco tiempo, surgió el interés de San Lorenzo, no lo dudé y por suerte se dio la transferencia.

¿Cómo es jugar en un equipo grande de Argentina como lo es San Lorenzo?

Es hermoso, un sueño. Si bien no tuve demasiada participación, me sirvió mucho como experiencia. Era todo lindo porque jugar en un equipo grande de Argentina siempre fue una meta para mí. Además, venía de jugar en un cuadro chico y pude valorar las cosas el doble. Disfruté todo: el día a día, las pelotas buenas, las chanchas buenas y la experiencia de los compañeros con los que me tocó compartir.

¿Cómo se dio tu llegada a Nacional?

En San Lorenzo estaban (Leandro) Romagnioli y (Pablo) Barrientos jugando en mi misma posición y por eso no jugué mucho. Entonces surgió el interés de Nacional. Habían otros cuadros interesados: Atlético Rafaela y la posibilidad de volver a Banfield. Pero, a pesar de que no había nada concreto, rechacé las otras ofertas porque quería jugar en Nacional. No me podía perder la oportunidad de jugar en el equipo más grande de Uruguay, que juega copas internacional, campeón del mundo y que tiene la historia que tiene.

¿Cómo es tu relación con los hinchas?

Muy buena. Voy a hacer compras al supermercado o a pasear con mi familia y la gente me reconoce y me pide fotos. Además, las palabras de aliento te sirven para seguir adelante.

¿Te adaptaste al país?

Sí. Es muy lindo. Mucho más tranquilo que Argentina.

¿Dónde vivís?

Estoy viviendo en Punta Carretas.

¿Cómo se compone tu familia?

Acá en Uruguay tengo a mi señora Selena y mi bebé de ocho meses que se llama Bautista. En Buenos Aires, están mis viejos y mis hermanos. Yo soy muy familiero y los extraño mucho. Pero con mis compañeros he formado un lindo grupo. Tengo compañeros que, más allá de considerarlos como ejemplo a seguir, como Nacho González, Seba Fernández, Seba Eguren, el Loco Abreu, me han ayudado a integrarme y eso ha facilitado mucho las cosas.

¿Cómo es compartir plantel con esos jugadores de renombre?

Es espectacular. Cuando yo llegué al país estaba sólo. Fucile y Prieto fueron muy amables conmigo e hicimos mucha amistad. Me abrieron las puertas de sus casas y eso lo valoro muchísimo. Nacho también se solidarizó conmigo. En el plantel hay muchos jugadores de gran nivel y por suerte tengo la oportunidad de poder aprender de ellos. Como jugador de fútbol anhelo poder llegar al nivel que llegaron ellos: jugar en Europa, defender a su selección y tener un buen nivel.

¿Por qué te dicen Piojo?

Me dicen así porque yo arranqué a jugar al fútbol con tres años y medio y jugaba con niños de cinco años. Entonces, era el más chiquito en la cancha. A su vez, mi padre es hincha de Racing y me empezó a llamar así por Claudio López. Después cuando fui creciendo, empecé a festejar los goles haciendo el inflador, como lo hacía él. Hasta hoy mantengo ese festejo.

Empezaste este torneo jugando y pudiste convertir, pero últimamente has estado en el banco de suplentes o fuera del plantel. ¿Tenés un porqué para eso?

No, son decisiones del cuerpo técnico. Igualmente, estoy dejando todo en las prácticas y me estoy entrenando en doble turno. Espero tener la posibilidad de jugar más.  

¿Qué diferencias tiene el fútbol uruguayo con el argentino?

Quizás acá se juega más friccionado y es más lento. En Argentina es un fútbol más rápido. El futbolista uruguayo es distinto porque no baja los brazos hasta último momento, tiene una garra y una sangre que lo caracteriza y lo diferencia de los demás. Aunque sepa que es inferior a los que enfrenta, se para frente a frente y deja todo. A nosotros nos pasa con equipos chicos que nos enfrentan y se nota que los jugadores dejan todo y más para poder ganarnos. El futbolista uruguayo saca un plus cuando las cosas parecen más difíciles.

¿Cómo te describís como futbolista?

Yo intento ser ofensivo y mi principal característica es la velocidad. Pero si tengo que defender y bajar en la cancha para ayudar a mis compañeros también lo hago. Soy consiente que tengo que mejorar muchas cosas, principalmente ser más preciso con la pelota. Siempre que agarro la pelota tiendo a ir para adelante y busco terminar la jugada, pero soy consiente que no siempre tiene que ser así.

¿Y cómo te describís como persona?

Soy sencillo y tranquilo. Nunca tuve un problema con ningún compañero y soy de perfil bajo. Trato de seguir el camino de los grandes referentes que tengo al lado: llevar una conducta adecuada a esta profesión, cuidarme en las comidas y entrenarme al máximo. También tiene mucho que ver la crianza que me dieron mis viejos. En el ejemplo que te di, cuando mi vieja no quiso que viaje a Japón, a la vista está que siempre se priorizó la educación en mi familia y los valores que ellos me trasmitieron espero yo poder trasmitírselos a mi hijo.

¿Qué hacés en tu tiempo libre?

Me entreno. Voy al gimnasio dos veces por semana. El resto del tiempo trato de disfrutarlo con mi señora y mi hijo. Al llegar a San Lorenzo me di cuenta que si yo quería seguir siendo futbolista tenía que dar lo máximo y dedicarme todo el tiempo a la profesión. Por eso me entreno todo lo que puedo, me cuido en las comidas, etc. Y estando en Nacional me pasa lo mismo, tengo que estar al máximo nivel.

¿Tenés tatuajes?

No, no tengo. Estoy pensando en tatuarme el nombre de mi hijo, pero como sé que a mi madre no le gusta, no lo he hecho para no hacerla sentir mal. Lo voy a seguir pensando (se ríe).

¿Cómo te ves en el futuro?

Uno como futbolista se va poniendo objetivos. Cuando era chico mi sueño era jugar en Primera y por suerte se me dio. Después, pude llegar a un grande de Argentina y ahora estoy en Nacional que es el equipo más grande de Uruguay. Lo que me queda pendiente es defender a mi selección y jugar en Europa. Veremos si se me cumple. Pero ahora estoy en Nacional y quiero defender a este club. Espero salir campeón acá y, como la historia y la grandeza de Nacional lo piden, no dejo de soñar en algo más grande como puede ser una copa internacional. 

Mateo Romano

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