Por Raul Ruppel
29 Jul 2015
Petrone

Pedro “Perucho” Petrone fue un extraordinario jugador y temible goleador, comenzó de golero pero terminó rompiendo redes.

Pedro “Perucho” Petrone fue un extraordinario jugador y temible goleador, comenzó de golero pero terminó rompiendo redes.

Se ganó la admiración de compañeros y rivales.

Dionisio Vera (Davy) en 1969 y Orlando Bugallo en 1976 describen a Petrone.

La Revolución de Petrone

Merece un capítulo especial la llegada de Pedro Petrone a fútbol. Nacional tuvo grandes campeones. Héctor Scarone fue uno de ellos entre cientos que han vestido la casaca tricolor. Todos con atributos excepcionales y con la maestría y destreza que han señalado las crónicas y que han entrado en la historia del fútbol local y mundial.

Pedro Petrone fue otra cosa: fue un revolucionario, un singular, maravilloso jugador que rompió todos los cánones conocidos en el juego. Su shot terrorífico y su notable velocidad, la simplicidad para resolver una jugada y ganar un match, lo llevaron a ocupar un sitial único  en el fútbol uruguayo. Petrone cambió el fútbol hasta sus mismos cimientos. Le daban una pelota, corría y sacaba el tiro desde cualquier distancia y ángulo, con las dos piernas, a ras del suelo o de volea. La potencia del shot lo hacía generalmente imparable.

Durante su reinado se cruzaron menos pases y se elaboró menos la acción ofensiva. Porque Petrone picaba, tiraba y llegaba el gol.

“Con Perucho –dijo una vez el eximio Héctor Scarone- ya no hay mayores problemas para el tanto. Nosotros le pasamos la pelota y nos damos vuelta mirando al centro de la cancha. Enseguida oímos el grito de gol del público”. Y agregaba: “Con Perucho el fútbol se ha hecho fácil y sencillo. Es un fenómeno”.

Pulver, guardián del seleccionado suizo en la final de 1924, nos dijo una vez: “Jamás vi cosa igual. Ni antes ni ahora (hablaba con nosotros en 1954). Corría unos metros tiraba y la pelota pegaba en la red. Yo le confieso que no pude ver el ball shoteada por él en aquella final. Largaba verdaderos balazos. Y cómo jugaba además…!”

Petrone, que se inició de golero en Solferino y Charley, pasó luego de centro-forward y fue la sensación desde 1923. Asombró a Europa en la Olimpiada de Colombes en 1924 integrando el célebre avance: Urdinarán, Scarone, Petrone, Cea y Romano. Ingresó ese año en Nacional y en 1925 jugó en los primeros partidos de la gira por Europa hasta su lesión en Barcelona. Su juego no se mantuvo al mismo nivel después de la operación, pero se recuperó luego y volvió a lucir su enorme eficacia. Después de 1930 causó furor en Italia defendiendo al “Fiorentina” y en 1933 se reincorporó a Nacional.

Fuente: 100 años de fútbol, 18/12/1969 , Dionisio A Vera (Davy).

El más grande goleador uuguayo

Jugaba de golero en Solferino, un equipo que ya hace años no existe. Un partido que se pierde y le reprochan su atajar; dolorido, pide pase para Charley –otro team ya recuerdo- y aquí cambia  entonces la historia; no condecía con su manera de ser, ubicarse bajo los tres palos del arco; pimpantes veinte años llenos de vitalidad, fuerza, pujanza, y troca la quietud del puesto de golero por el avallasante ritmo que impone un jugador de cancha: centro forward.

Hay en esta vida que más adelante sería pletórica de sucederes, un primer partido histórico: debuta en Charley frente a Dublín, en el Parque Central, en match que el perdedor tenía decretado el descenso a Intermedia; se suponía un encuentro parejo: lo desequilibró totalmente él, convirtiendo cuatro goles, dos de ellos de más de treinta metros.

Charley, con su impulso, es sensación y él sigue haciéndoles goles a todos; incluso cuando son derrotados con goleada por Nacional, hay uno de Charley y es suyo. Termina la temporada y de Colonia piden a la Asociación Uruguaya envíen un combinado a jugar amistosos. Va por casualidad, lindo el relato, escuchen: va a la estación (en aquellos tiempos ONDA o adláteres no existían) del ferrocarril a despedir a los que partían; faltó uno…y marchó él. El centro delantero designado era Etchegoyen y en el primer partido, Petrone juega de entreala derecho.

Lo ha contado el propio Mingo Etchegoyen (un jugador que valía…sin dudas, ya que integró la embajada que obtuvo la olimpíada de Colombres) más o menos así; “Yo no conocía a Petrone, pero ni bien comenzó el juego, me apuraba para que le pasara la pelota; le hago un pase pasado el medio de la cancha y, desde ahí, tiró y gol…

No lo pensé más; pase mío y, él, tiro y gol; ganamos cinco a cero: todos los hizo él”

 Transcurría 1923: torneo sudamericano aquí en Montevideo y campeones invictos. Con Petrone ya de titular, y, siempre metiendo goles. Ya en su vida  todo  era meteórico; la fama golpeaba a sus puertas: viaje a Colombes a jugar la olimpiada.

Dos anécdotas referidas a esa memorable epopeya, no puedo dejarlas en el tintero. Un solo periodista uruguayo  estuvo allí presente: se llamó Lorenzo Batlle Berres. De sus labios escuché – una ocasión que le pidieron que contara algo de Colombes- expresar esto: “Nosotros los uruguayos no habíamos disfrutado la suerte de admirar a Petrone en su verdadera dimensión: allá en Europa él resultó impresionante: un pique formidable- corría los cien metros en once segundos- y llegaba a tomar la pelota, de boleo, a más de un metro del suelo, de manera tal, que sus tiros eran inatajables, nadie conseguía detenerlo en su tremendo impulso”.

La otra me la contó Matucho Fígoli: “Yo estaba sentado sobre mi valijita de masajista al costado del arco suizo la tarde de la final de 1924. Iban pocos minutos de juego: vi venir a Petrone corriendo en largas zancadas desde el centro de la cancha: ; dejó los dos backs atrás, y entrando al área, la pelota picando delante suyo, primero levantó sus brazos al cielo en gesto de victoria y después shoteó; el golero hizo ademán de ir a buscar la pelota atrás del arco: no la había visto…¡nadie la vio: todos nos dimos cuenta que era gol cuando, tras tres o cuatro piqués, quedó muerta dentro la red!”

Petrone hizo goles a montones en la gira previa de 1924 por España: los hizo a lo largo de los partidos que nos dieron a los uruguayos el título olímpico de Colombes: los estaba haciendo en aquella gira de Nacional, en 1925, por Europa, cuando se lesionó los meniscos: recuperado, tras un año sin jugar, volvió a hacerlos: en Ámsterdam, 1928, también, llegando a la cumbre en ese torneo, en el match contra los Alemanes a los que le metió tres.

Muchos de sus goles merecen un párrafo aparte, pero uno en especial me inclino a relatarlo, porque fue la voz del chueco Figueroa – otro olímpico del 28 – que me lo contó así: “estábamos en 1927 jugando un sudamericano en Perú y el partido era contra los locales; quince minutos de juego y nos tenían acorralados; de pronto zafamos con la pelota, yo en poder de ella por la izquierda y, Petrone, más al centro, a grito pelado, pidiéndome se la pasara: a mí me gustaba para seguir y buscar el gol, pero ante su insistencia, y ya a unos diez metros pasado el centro de la cancha, con rabia, porque me privaba de una linda oportunidad, se la pasé; de ahí, como cuarenta metros, pateó…y gol. Venía el Vasco Cea corriendo junto a nosotros y me dijo: “¡Que patada de burro!” aunque no dije nada, yo pensé lo mismo”.

Siempre clavando la pelota en las redes adversarias – sólo la impasse del mundial de 1930 en donde actuó un solo partido defendiendo a Uruguay contra Perú y no llegó a “mojar” – estando en Nacional en Estados Unidos, 1927, la colonia chilena radicada allí, le pide que entrene para un torneo de entrecasa y juega de incógnito, la final contra un equipo neoyorquino: gana su cuadro , ocho acero, y ¡todos convertidos por él! Se fue a Italia y allá “mató”: fue ídolo de las multitudes italianas – llegó a integrar la selección más una vez – en base pura y exclusiva de goles.

Hasta que llegó 1933., ahí en ese año , yo ubico la gloria más grande de Petrone,  durante diez años, los que van de 23 al 33, Petrone hizo goles por todas las canchas del mundo: en las Olimpiadas; con la blusa alba, aquí en Uruguay o en las tantas giras realizadas: en el exterior, Italia, defendiendo al Fiorentina, donde en ocasión de un match amistoso, con Sacrone y Romanito a su costado como entreala, hizo ¡once goles!

Nacional monta un equipo espectáculo y lo hace venir de Italia; contrata a Eduardo García para el arco, a Nasazzi como zaguero derecho y trae  de Domingo da Guía, de Brasil, formando así una trilogía que el hincha llamó “triángulo de oro”. Hay una serie de partidos amistosos; sigue haciendo goles; dos a Newells Old Boys, cuatro a Flamengo, cuatro a Chacarita. Todos matches uno atrás del otro.

Empezaría, en seguida, el torneo uruguayo, pero eso ya es otra historia.

Fueron partidos amistosos, sí, pero en algunos contra rivales internacionales, y convirtió, nada menos ni nada más, que diecinueve goles en cinco partidos-aclaro; contra Newells jugó solo medio tiempo- lo que parece record imposible de superar. Por ello es que yo considero ese año, ese momento, la cumbre de Petrone.

No intento hacer comparaciones con nadie del mundo; al par de ser odiosas, ya que siempre desmerecen a alguien, sólo sirven para presentar más completo los aconteceres del destino. Lo de Petrone está escrito en libros que no fueron imaginación de novelistas. El fútbol ha cambiado, es cierto, pero mantiene cinco cosas que no se modificaron, y que  son las principales: una cancha, un juez, veintidós jugadores y dos arcos con redes para atrapar la única pelota con la cual se juega.

El – yo lo he dicho: lo repito – a esa pelota la castigó de manera tal que la metió por todos los arcos del mundo. Y fue para la alegría de los uruguayos.

Sí; no hubo otro igual: fue el más grande goleador del Uruguay, y no sé si del mundo; yo en mi análisis particular, personal, jamás tan contundente, tan potente, tan vencedor, como en ese período de cinco partidos en el año 1933.

Orlando Bugallo en la revista Sport , Nº 1 Nº 31 , año 1976 , escribe

Nombre: Pedro Petrone Schiavone.

Apodo; Perucho.

Debut amateur: Tercera División de Solferino. Luego pasó a Charley donde convirtió sus primeros 4 goles.

Debut en Nacional: En el año 1924, luego de coronarse Campeón Olímpico con Uruguay en los Juegos de Colombes, Francia.

Trayectoria: Solferino, Charley, Nacional (1924 al 1930), Fiorentina (1931 al 1933), Nacional (1933 al 1934)

Partidos Internacionales: En el Campeonato Sudamericano de 1923 anotó goles contra Paraguay y Brasil. En 1924, en la gira previa a los Juegos Olímpicos realizada por España señaló 10 goles. Tiene el récord de haber convertido 11 goles en un partido.

Títulos: Campeón Sudamericano con Uruguay en 1923,1924 y 1926. Campeón Olimpico en 1924 y 1928. Campeón del Mundo en 1930. Campeón Uruguayo con Nacional en 1924 y 1933.

Además fue goleador de los albos en los años 1926 (15 goles), 1928 (20 goles), 1929 (19 goles) y 1933 (20 goles).

Fuente: Revista “El Gráfico” extra, 100 años de Nacional.





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