Los goleadores no descansan hasta encontrar aquello que los hace diferentes, y entonces es el efímero gol lo que les devuelve el soplo de su propia y eterna existencia.
“Fue en 1939. Nacional de Montevideo y Boca Juniors de Buenos Aires iban empatados a dos goles, y el partido estaba llegando a su fin. Los de Nacional atacaban; los de Boca, replegados, aguantaban. Entonces Atilio García recibió la pelota, enfrentó una jungla de piernas, abrió espacio por la derecha y se tragó la cancha comiendo rivales…” Eduardo Galeano.
Creo Atilio que ayer te hubiera gustado más estar en casa, sentado en la tribuna que lleva tu nombre. Y que hubiera ido un poco más de gente a pesar de los precios. O que quien puso los precios hubiera pensado un poco más en la gente.
O que hubiera pensado simplemente en vos “Bigote” que nos homenajeaste a nosotros tantas tardes con la red temblando una y mil veces mientras seguís manteniendo esa prestancia en las figuritas de los álbumes y en la memoria de los que te vieron.
Y creo Atilio que seguramente y como en el relato, te hubiera gustado también bajar un rato y andar desparramando rivales en el área para hacer el gol de la victoria.
Pero no siempre se puede, Atilio, eso de andar haciendo vos todos los goles.
Cecilia810