Por Recibimos y publicamos
22 Feb 2015
Cecilia

Dos meses y medio pasaron desde aquel día de diciembre en que les conté que iba a hacer uso de mi siesta veraniega para soñar con lo que viniera y a la vez vivirlo.

Dos meses y medio después, parece que hubieran pasado diez años porque pasó de todo.

Entonces voy despertando de mi letargo, cuando los acontecimientos se van mezclando en mi cabeza y en realidad no sé si los viví o fueron mitad sueño o pesadilla.

Se van sucediendo entreverados, los clásicos veraniegos ganados, la alegría, goles olímpicos, el saldo a favor del campeonato anterior, las copas de verano que ya están la vitrina de la sede, jugadores en pretemporada, declaraciones para los micrófonos, nombres en boca de muchos, nombres que ya no están en un abrir y cerrar de ojos, nombres que vinieron desde lejos, nombres que no conocemos pero que resulta que estaban acá hace años y son parte de una cantera que nunca se agota, y que si no se agota, ¿no debería usarse un poco más?

Me sigo desperezando, mientras el febrero carnavalero, que ya se está yendo, me deja con las manos vacías. Intento poner en claro algo en mi entendimiento, y entonces pasa como ráfaga un partido tras la cordillera, desgraciado por una expulsión que me expulsa violentamente siete días después hacia la realidad, mientras me froto los ojos con un gas lacrimógeno perverso que me recuerda un partido ganado en un estadio en silencio, y mucho perdido. Hay un vacío inmenso que me aturde. El silencio de la tribuna se hace eco en mi cabeza. ¿Fue realidad? Una semana hipotecó mucho más que una ilusión. “Pero si era un rival ganable”, ah, pero subestimar… No, ya a esta altura no se puede. Sobrestimar tampoco.

Cuando estoy al fin por despertarme, un sacudón me lleva hacia un empate de domingo y entonces, ayer (sábado), mientras pienso que abro los ojos del todo, estoy sentada en donde hace unos días hubo silencio pero ahora el atronador rugido me desgarra, y cinco puntos se van volando mientras intento agarrarlos pero no puedo correr. Como en los malos sueños. ¿Será que todavía estoy en ellos?

¿Puede en dos meses y quince días haber pasado tanta cosa, y sin embargo tener esa sensación de desasosiego? Pasó tanto desde el diciembre en que me despedí de ustedes, y sin embargo, poco.

En lo personal un mes atrás un sacudón me hizo ver lo efímero de la vida y cómo podemos en un santiamén quedar sin nada.

Esto es fútbol simplemente, pero, che,  ¿qué necesidad de andarnos complicando?

A despertarse del letargo y lavarse la cara, ordenar un poco, aprontar la ropa y ponerse a trabajar para que, a pesar de lo caro que nos costaron las vacaciones veraniegas, las invernales sean como las deseamos.

Tenemos mucho más de lo que muchos ni siquiera osarían soñar.

Cecilia810


Cecilia 810

Cecilia es la lectura más esperada después de cada partido. Un bálsamo en los momentos difíciles y un tónico para acompañar la euforia




SEGUINOS

Crear una cuenta



Ingrese a su cuenta