Por Ernesto Flores
4 Ene 2018
Historia

Omitieron al que les puso “mangiamerda”.

Cada vez que se da el caso de un futbolista que habiendo tenido un pasaje por uno de los dos clubes grandes termina arribando al otro, es infaltable la nota que rememora casos anteriores. En esta ocasión, el suplemento deportivo de El País, “Ovación”, a través de Daniel Rosa, intenta hacer un muestreo de casos anteriores. Si bien, como lo aclara en el informe el periodista, no se trata de una recopilación exhaustiva, llama la atención algunas omisiones.

Antes de las omisiones, pasemos a una temeraria afirmación. Dice el periodista que “al menos hubo 35 futbolistas con cierto destaque que vistieron las dos camisetas de los equipos más importantes de Uruguay” y acto seguido hace referencia al “Loco” Ángel Romano, jugador incuestionablemente ligado a Nacional, club en el que se inició y en el cual logró la mayoría de sus títulos, pero que entre 1911 y principios de 1913 -cuando se enrola en Boca Juniors- jugó en el CURCC, club al que efectivamente podemos nombrar como uno de los grandes de Uruguay pero que de ninguna manera podemos ligar, con total desparpajo, al Club Atlético Peñarol. Aquí correspondía, al menos, una salvedad.

Ya de lleno en las omisiones hablemos de un caso que, sin haber sido el primero,es sin duda el más emblemático de todos, porque a partir de este pasaje de Peñarol a Nacional, surge el mote que habría de acompañar a los aurinegros de por vida y que los hinchas del tradicional rival lucen con orgullo. Fue Carlos Scarone en 1914 quien les endilgó el nombrete de “mangiamerda”, en respuesta al pedido de su padre para que retornara a Peñarol, Carlos cerró la discusión con esa frase hoy histórica “¿Y a qué voy a ir ahí? ¿A mangiare merda?”. Este no fue el único “aporte” extra futbolístico del “rasqueta grande” albagaje deportivo del Uruguay, ya que es él quien acerca a filas tricolores al más completo delantero uruguayo de todas las épocas -al menos hasta la aparición de Luis Suárez-: su hermano, Héctor Scarone.

Entre los jugadores destacados que no figuran en esta lista de Ovación podemos hablar de Julio César “Poroto” Britos, formado en Peñarol y figura de los aurinegros quien, tras un extenso pasaje por el Real Madrid, a su regreso en 1955, ficha para Nacional. Curiosamente, de los 6 goles que anotó con la camiseta tricolor entre 1955 y 1957, 2 se los convirtió a su ex equipo.

Juan Carlos Riolfo pasa de Peñarol a Estudiantes de la Plata y luego recala en Nacional hasta el final de su carrera en las postrimerías de la década del 30. Entre los ausente podemos contar también a José “Pepe” Sasía, José Leandro Andrade y Pablo Forlán, sin duda jugadores más destacados y aclamados que Heberley Sosa, Mario Barilko, Danilo Baltierra o Nicolás Vigneri.

Un caso curioso es el de Leofar Cámera, surgido en la Segunda División de Nacional, ascendió al primer equipo en 1934 y permaneció en el decano hasta 1939, un lustro en que el aurinegro tuvo gran destaque. En 1939 Cámera se cambia de filas y se mantiene en Peñarol durante todo el Quinquenio de Oro. Un muchacho con mala liga. Un caso similar es el de Elgar Baeza que jugó en Nacional entre 1961 y 1967, y para cuando los tricolores empiezan su racha triunfal de fines de los sesenta y comienzos de los setenta, Baeza se encontraba en la vereda de enfrente.

En fin, que historias hay muchas, más que las 35 a las que hace referencia la nota -justo es aclarar que en la misma se advierte que existen más de estos casos- pero parece de orden traer a colación algunos casos que, por descuido o falta de espacio, no tuvieron lugar en esta recopilación.

Ernesto Flores




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