Por Pablo Fascioli
23 Jul 2022
Vuelta
Luis
Suárez

A pocas horas de que se confirme tu vuelta, Luis, lo único que me queda por decirte es gracias, no solo por tu vuelta, gracias por estos 17 años de carrera.

Dicen que la historia es cíclica, que las cosas suceden una y otra vez. Sinceramente, no podría afirmarlo con una seguridad absoluta, aunque a veces la vida se empeña en demostrarte que esas afirmaciones algunas veces son ciertas.

Tengo 40 años y no he sido de tener grandes ídolos futbolísticos, quizás por edad en el panteón están el Hugo, el Tony, “Superman” o el “Vasco”. Crecí escuchando hablar y leyendo sobre el “Loco” Romano, el “Mago” Scarone, Abdón, Atilio, Artime y tantos gigantes. Lo cierto es que durante mi vida admiré a muchos otros jugadores como Sosita, el Palillo, Ojota, el “Negro” Munúa y tantos más, pero debilidad, lo que se dice debilidad, la sentí por dos jugadores.

Uno de ellos vino de Danubio, jovencito y en una época complicada. Se fue con una promesa, la de volver. Pasaron los años, desde otras veredas se lo criticaba cuando venía a la selección, a pesar de haber sido clave para llevarnos luego de 12 años nuevamente a un mundial. Hubo dudas, pero ese muchacho con ojos rasgados un día volvió y debo reconocer que a mis 30 y pocos años fue una de esas alegrías inmensas que a veces te da el fútbol. Todo sin saber lo que vendría después, el penal en la hora, el tiro libre para el 3 a 2 y ni que hablar el que dio vuelta el clásico más maravilloso de la historia.  

El otro sí creció en Los Céspedes, vino de botija e hizo toda la escalera. Apareció en Primera siendo un gurisito y a fuerza de goles y de atrevimiento se fue haciendo un lugar en mi corazón. Lo disfrutamos muy poco, algún gol clásico, dos campeonatos uruguayos y arrancó su aventura europea. Vaya a saber uno porqué, lo empecé a seguir. Primero en un cuadro difícil de pronunciar de Holanda, bueno ahora Países Bajos, luego el famoso Ajax de Ámsterdam. De ahí vino el pase al Liverpool. En el viejo cuadro de Anfield consiguió algo impensado, que yo (y mucha gente más) se levantara todas las mañanas para ver los partidos de ese equipo, gritar sus goles y putear por el resbalón de Steven Gerrard contra el Chelsea. El “Salta” siguió su camino y se fue a jugar a donde había estado el otro mejor jugador de la historia de este país, sí, el “Mago”, al Barcelona. En la “Ciudad Condal” el seguimiento fue mayor, y la alegría por sus goles, así como por sus títulos. Pero el poderoso Barcelona un día dijo basta, le pareció que no estaba más a “su nivel”. Por lo que tuvo que agarrar sus valijas y mudarse a la señorial Madrid. Ahí lo recibieron los “Colchoneros”, los que han vivido a la sombra del Real, pero orgullosamente les plantan batalla. En el Atlético logró nuevamente resurgir y ser campeón de Liga siendo él la figura.

La película de este Bolso salteño no es completa sin hablar de la selección, esa en la que jugó en el Sub 20 y enseguida dio el salto para la mayor. La Celeste donde es el máximo goleador de la historia y donde nos hizo vivir de los momentos más increíbles de los últimos 20, más que 20, 30 o 40 años. Desde sus primeros goles en las Eliminatorias, pasando por los goles en el 2010. Cómo olvidar su mano salvadora que nos devolvió la ilusión ante Ghana, esa misma que poco menos lo convirtió a los ojos de la pacata e hipócrita Inglaterra en algo similar a un criminal.

Vendría el 2014, la lesión ante Newcastle, la recuperación increíble de la mano del querido Walter Ferreira, su vuelta ante aquella Inglaterra que lo condenó y sus dos goles llegando a esa tarde aciaga contra Italia. Esa sanción desmedida y el reconocer de su parte que se equivocó y el volver a empezar. Porque si algo tiene el “Salta” es que puede caer, pero enseguida levantarse.

Vaya si se levantó volvieron los goles, jugó otro mundial en el 2018 y cuando todos lo daban por terminado, sus goles nos llevaron a un mundial más, al que va a ser el cuarto en su haber.

Pasaron todos estos años y uno siempre guardó en su corazón la ilusión de su vuelta, una vuelta que muchas voces decían que no se iba a dar, que, si se daba o no, sinceramente, llegó un momento de no importarme. Luis era nuestro, había crecido en Los Céspedes, no necesitaba dar más muestras de su amor por Nacional pero así y todo algo dentro mío siempre tuvo esa ilusión. Luis va a volver, aunque sea un ratito se va a poner la Blanca con el bolsillo en el pecho. Esa misma ilusión que siempre tenía con la vuelta del muchacho aquel que vino de Danubio que le dicen el “Chino” y que hoy le enseña a los botijas en nuestra Ciudad Deportiva.

A pocas horas de que se confirme tu vuelta, Luis, lo único que me queda por decirte es gracias, no solo por tu vuelta, gracias por estos 17 años de carrera, de haber podido seguirte, de poder contarle a mi hija que estás volviendo sin que ella sepa muy bien quién sos, pero sabiendo que algún día le va a poder contar a sus hijos y nietos que pudo ver al famoso Luis Suárez con la camiseta de Nacional, pisando el césped del Gran Parque Central.

Bienvenido, Luis. Disfrútalo, te lo merecés vos, tu familia y todo este pueblo tricolor que siempre soñó este momento. 

Pablo Fascioli

Pablo Fascioli

Ex Integrante de la Comisión de Historia y Estadística del Club Nacional de Football.




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