Por Recibimos y publicamos
16 Dic 2013
Cecilia

Los porqués de por qué perdimos este torneo son tantos y tan variados como los hinchas que ven el futbol.

Los hinchas podrán o no tener razón pero nunca sabremos a ciencia cierta cuál fue la razón exacta. 

El técnico asumió su entera culpa en esto y dejó a los jugadores libres de causa y culpa aun sabiendo que esto no siempre es lo real. De todas maneras está bueno que alguien diga “es mi culpa” aunque con esto no solucione lo pasado pero alguien debe de todas maneras romper esa cadena de quien es más culpable para que no se torne en un círculo sin fin.

Aunque todos sepamos que las culpas nunca son de uno solo.  La dirigencia elegida certera o equivocadamente por los socios,  acierta o se equivoca al elegir a un conductor, el conductor se equivoca o no al elegir jugadores, los jugadores aciertan o no al patear al arco. Y este simple hecho es el que determina muchas veces el destino de los anteriores.

Yo no soy nadie para poner el dedo acusador en la frente del otro, ni en buscar culpables. Porque tampoco hay un culpable único.

Si esto fuera una serial de televisión y el sospechoso hubiera declarado su culpabilidad…¿ el caso se cerraría? No, se seguirían buscando pistas para saber si en realidad fue el verdadero autor... Y aunque el fútbol no es una serial las pistas estaban al alcance de cualquiera a medida que pasaban las fechas de este torneo.  No hacía falta investigar demasiado cuando las veíamos todos. Hasta el más optimista.

Ahora los rastros de esta caída están allí, son parte de nuestra realidad y debemos asumirlas.

Encontrar a un culpable o a muchos no nos eximirá del pesar por la forma en que subestimamos nuestros defectos o sobrestimamos nuestras virtudes y al fin y al cabo dejamos escapar una oportunidad valiosa y a la mano de ganar algo en el semestre.  ¿Encontrar al culpable nos hará más fuertes? No. Lo que nos hará más fuertes es tratar de que no se repitan nuevamente las pistas y se nos acabe el segundo capítulo otra vez con un final que no queremos.

Pero tampoco nos hará bien borrar de un plumazo lo pasado para decir que el futuro será el más venturoso, porque de esa manera nos estaremos engañando a nosotros mismos. Muchos de los que hoy aplaudimos al entrar a la cancha estarán en el próximo partido. Y si ser optimista y desear siempre lo mejor para Nacional no nos deja ver que las circunstancias son lo que son entonces no estamos siendo realistas.  Y lo que se precisa ahora además de amor es un baño de realidad.  Aunque a veces la realidad supere a la ficción.

Me queda en la memoria la bandera que dice: “El escudo más inmenso que la gloria pudo soñar.” Ese escudo inmenso se alimenta de todas las copas que están en el salón de cristal y por los jugadores y conductores que las han conseguido, pero se hace inmenso también por aquellos muchachos que no tenían para el boleto y fueron caminando con su pequeño hijo a cuestas como conté en una crónica pasada, por aquellos hinchas que están sentados al sol abrasador y vinieron como pudieron y se hace inmenso por la gente que llega siempre  desde el interior y se hace inmenso por los que no pueden venir pero están al pie del cañón y se hace inmenso por los que pagan su recibo de socio sacando plata de otros gastos y por los que no pueden hacerse socios pero lo viven, y por aquellos pescadores en el ranchito de la playa con la bandera en su mástil rasgada pero enhiesta, por los que sufren a la distancia y por los que se quedan al final con la mirada en la cancha aunque los resultados no acompañen ,  por los que no deciden el sueldo de los jugadores ni el nombre del director técnico pero cargan la alegría a cuestas cada partido y renuevan la esperanza, y se hace inmenso por los veteranos que aún sin poder caminar bien suben las escaleras y por las señoras que acompañan y por esa tribuna que no decide los cambios ni los nombres en los periodos de pases. Por esa gente de todos los ámbitos,  por esa gente que hace más y más inmenso ese escudo con la única e inmensa gloria de ser hincha de este club, por esa gente que también soy yo, me hubiera gustado que si bien no se pudo ganar en un partido que había que ganar, los jugadores, esos a los que muchas veces se idolatra en demasía, hubieran reconocido en el final del partido y de la temporada a la tribuna que representa a todos los hinchas, a la tribuna que siempre está, de otra manera.

En definitiva la hinchada no tiene nada más que una sola culpa. La culpa de querer cada vez más a Nacional.

Cecilia810


Cecilia 810

Cecilia es la lectura más esperada después de cada partido. Un bálsamo en los momentos difíciles y un tónico para acompañar la euforia




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