Por Recibimos y puclibamos
17 Feb 2014
Cecilia

Domingo, diez horas y treinta minutos. Me entero que no hay entradas a la hora del partido por lo cual intento buscar un local de venta de entradas que las venda.

Domingo, doce del mediodía. Cansada de llamar y de que no me contesten decidimos ir hasta el estadio directamente. Además la culpa es mía por no haberla comprado el día anterior. Mal yo.

Domingo, doce y treinta del mediodía. En la tribuna Olímpica del Estadio hay una moto, dos personas hablando, una en la boletería y dos boleteros bostezando.

Domingo, doce horas y treinta y cinco minutos. Le damos nuestras cedulas al boletero. Le preguntamos cuando empiezan a llegar las hordas peligrosas por las que se previene todo este operativo que parece que, es a nivel mundial nos dice él, jocosamente.  En la explanada anterior a las boleterías no hay nadie. Literalmente.

Domingo, trece horas y cuarenta minutos. Mi hija me llama desde el este para decirme que viene a ver a Nacional, si le puedo comprar una entrada…. (Momento de reflexión en el teléfono….en el que uno no sabe si reír o llorar) Le digo que si quiere venir a ver a Nacional, comprar una entrada en Montevideo es una tarea imposible, por lo cual lo intente allí mismo.

Domingo, catorce horas y cuarenta minutos. Mi hija me llama para ver a que tribuna voy. Dice que el muchacho que la atiende no tiene mucha idea de lo que es vender entradas pero finalmente accede a ella. Me dice que se toma el bus de la cinco para venir.

Domingo, diecisiete horas y cuarenta minutos. Otro familiar no llega con tiempo al estadio para comprar y no consigue en ningún local de venta de entradas  porque tampoco sabemos bien cuáles son los locales que venden entradas. En ningún local de los que estuvo le supieron decir.

Domingo, diecinueve horas. Mi hija llega a la terminal de buses. Me dice que varias personas andan por ahí buscando entradas y en la terminal no venden. Ella empieza a caminar despacio hacia el estadio. Al revés de lo que debería pasar, la gente a media hora de comenzar el partido va del estadio a la terminal…la meta es conseguir una entrada…

Domingo, diecinueve horas y cincuenta minutos. Un amigo que suele venir del este con su hijo pequeño no sabía el operativo “no vaya al futbol” y entonces piensa cándidamente que estarán las boleterías abiertas encontrándose con que no y teniendo que salir a buscar lugares de venta que le voy pasando por teléfono gracias a los datos que van poniéndose en la redes sociales y en una cadena loca de direcciones y como en la películas de cine catástrofe donde se pasan las coordenadas de salvataje allá va con su auto dando vueltas por la zona del parque Batlle.

Domingo, veinte horas y cinco minutos.  Mi amigo me llama para decirme que la cola de personas alcanza las dos cuadras y no se ve movimiento. Le paso otra dirección. Me dice que allá va.

Domingo,  veinte horas y veinte minutos. Llegamos al estadio. La desolación de las calles me hace suponer que no es fácil la tarea de conseguir ese papel impreso. El ingreso al predio me lo confirma. Mi hija ya está adentro. Noto ayer más que nunca  el descuido que rodea la tribuna principal del añejo estadio. La imagen del Parque me viene a la mente.

Domingo veinte horas y treinta minutos. Comienza el partido. Los jugadores sabiendo que los hinchas no iban a llegar a tiempo decidieron no jugar el primer tiempo…Cuando miro faltan diez minutos y la pelota estuvo en el aire la mayoría del tiempo. Veo entrar gente recién. Los jugadores siguen esperando que estemos todos…mmm. Mi hija va a comprar pop…Como pop…tomo un mate…y sigo esperando…algo…

Domingo veintiuna horas y treinta minutos.  Parece que ya es tiempo de jugar algo. Un penal. Dos goles. Tres puntos. Alcanza. Parece poco visto lo que se vio pero…mientras alcance…El tema es, cuando con esto no alcance…Pero mejor ahora no pensar.

Domingo diez y veinte. Salimos del estadio. No tuvimos más noticias de nuestro amigo pero al no verlo adentro lo suponemos sentado en una pizzería mirando el partido. De todas maneras si se perdió el primer tiempo no se perdió nada. En el velódromo está cantando una murga. Vamos a comer algo. Voy escuchando la conferencia de prensa del entrenador donde dice que si algún jugador no está motivado en su equipo no juega más. Me pregunto cuanta gente no entró. Me pregunto si valió la pena el esfuerzo y me digo que  a pesar de ser un partido de medio tiempo y con una fresca brisa molesta siempre es grato acompañar al Bolso. Y con triunfo mejor que mejor. Pero…no la compliquen tanto muchachos…. Los que venden las entradas y los que las hacen valer.

Cecilia810


Cecilia 810

Cecilia es la lectura más esperada después de cada partido. Un bálsamo en los momentos difíciles y un tónico para acompañar la euforia




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