Por Recibimos & Publicamos
29 Jun 2014
Lucho

El día que dejes de morder dejarás de ser niño. Entonces serás como todos los otros jugadores grandes, los que te patearon la rodilla y te mandaron al quirófano.

Serás entonces un hombre, no un niño, un hombre malo, que sabrá poner los tacos del zapato en la cabeza del otro a espaldas del juez, mientras pones cara de yonofuí.

Comenzarás a insultar en voz baja, entredientes y fuera de los registros de la televisión y de los jueces. Tu talento Suárez no está en tus pies, está en tu inocencia, tu espíritu infantil, una etapa de la vida donde el corazón, la mente, las emociones y los sentimientos están alineados con el universo.

El día que dividas en direcciones distintas lo que piensas de lo que sientes, podrás convertirte en un buen jugador, como tantos buenos jugadores. Dejarás de poner la mano para parar la pelota que nos deja sin mundial, dejarás de correr con tu alma adelante tuyo, dejarás de ser blanco de los hombres grandes mandamases, el día que seas grande observarás tu cuenta bancaria y empezarás a sacarte foto comprando ferraris en una tienda.

Y será ese día que los grandes mandamases, sabrán que estás en su rebaño: serás una oveja mandada por los ovejeros de algún mandamás. Como ya te dijo Picasso: seguí pintando como un niño. Y los niños no tienen más maldad que morder cuando los hacen explotar.

Yo no quería escribir nada sobre el mordisco, pero he leído tanto texto crítico, tanta sentencia condenatoria, asumiendo roles superiores por encima de tu persona, que debo expresar mi percepción -no opinión- sobre tu esencia, fuente del ser que te mueve en la cancha a vos y mueve en las tribunas y los sofás al mundo entero. Sin un Suárez, no hay estremecimiento, pasión, imposibles hechos posibles como los milagros, como los deseos hechos improntas -los físicos cuánticos saben de qué hablo. Yo termino agradeciéndote hoy, pero también debo confesar que siempre lo hice y tuve que cruzarme con gente que no está de acuerdo con tu forma de ser, porque tu forma de ser es lo contrario a su conveniencia de tener domados.

Viva tu espíritu infantil. Viva tu juego cimarrón. Viva tu lección de vida que está por encima de las lecciones de fútbol. Viva Suárez por encima de la celeste, como símbolo para el mundo. Y para mí. Gracias" (Lamentablemente no conocemos la fuente.)

Escuela de Psicología Social de Montevideo


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