Por Recibimos y publicamos
10 Nov 2014
Cecilia

Cinco minutos antes de despertarme estaba soñando que perdíamos y que el arquero contrario era protagonista de algo, porque sentía que lo nombraban en el sueño.

Cinco minutos que me llevaron tomar un café y hojear el diario, mientras me siento algo desesperanzada  por el sueño y pienso que  tendría que anotar lo sueños estos que tengo porque después nadie me cree.

En cinco minutos cuelgo la ropa en la cuerda bajo el sol dominguero que brilla ahora en todo su esplendor. En cinco minutos arreglo el cuarto, mientras tarareo “dame cinco minutos y nada masssss” que se ve que me quedo grabada  en la cabeza del cumpleaños de quince de la noche anterior que en realidad fue casi que hace un ratito.

Cinco minutos desde Avenida Italia hasta que llegamos a la puerta 24 a un paso tranquilo. Cinco minutos antes del comienzo  estoy soltando el aire contenido, medio angustiada todavía por el sueño.

Cinco minutos ya van del partido cuando miro la pantalla desde la parte más alta de la tribuna América en un lugar donde nunca nos sentamos pero que me permite tener un panorama distinto  y apreciar como nunca la fiesta en la tribuna.

Parece que el partido hubiera pasado en cinco minutos porque el tiempo vuela y vamos perdiendo por un penal tonto…

Cinco minutos faltan para  el final cuando miro la pantalla y pienso que todavía podemos tener alguna chance, pero entonces me paro porque el muchacho de adelante es enorme y se para y entonces el de al lado mío está nervioso  y estuvo subido a la butaca todo el partido porque estamos en la última fila , casi tocando el cielo azul al que acudo con la mirada cada cinco minutos como pidiendo auxilio y él me pisa la camiseta que tengo apoyada en la butaca y entonces me pide disculpas y le digo que no pasa nada pero entonces me cambio para la butaca de al lado  y apoyo de nuevo  la camiseta , y me pongo la bandera en el cuello y me saco  el buzo porque tengo calor ahora aunque hace un rato tenía frío, y entonces prendo el cigarro que prometí que no iba a fumar hasta el final y cinco minutos pasan casi cuando el cigarro está por terminarse y el tiempo del partido también y como en el sueño siento que el tiempo pasa y no pasa y se siente cantar a lo lejos el nombre del golero y entonces yo digo la puta madre el sueño… y entonces no quiero mirar la pantalla y veo a mi lado que alguna poca gente va subiendo la escalera diciendo que no con la cabeza, pero entonces es cuando agarro la camiseta, miro el bolsillo fijamente como rezongándolo y me la pongo al hombro, veo a Munua correr para el área y entonces en realidad más que a la pelota yo veo a Alonso adentro del arco y cuando veo que el juez lo da y los de blanco corren , grito  y ta que me importa….empate en la hora…genial….

Cuánto faltaaaa?  pregunta un hombre, “no sé  …pero seguro este desgraciado va a hacer que sean  cinco minutos dice otro”…..el reloj de la pantalla esta clavado en 45..el del celular no lo miro porque no sé dónde tengo el celular y no me importa…

“Se viene el bolso campeooo”…se escucha cada vez más fuerte, faltaaaa cerca del área, bien ahí, vamoo que podemos hacer otro dice un muchacho y yo lo que quiero es que termine de una vez…veo que agarra la pelota el que te jedi…mi esposo dice: “ojalá lo haga, se lo merece y además quedo caliente por la falta que le hicieron hace un rato”…miro para atrás... hay un señor que se frota las manos…yo como siempre escéptica pienso que ta… bueno que tire y se termina …no son tres puntos pero es no perder con estos y empate en la hora está bárbaro…entonces veo el número cinco del Rafa García que va y viene y hay una especie de silencio que se genera en el caos del griterío, hay como una respiración contenida y multiplicada por miles y miles de respiraciones y entonces trato de seguir la pelota a ver dónde va a pegar desviada, o a donde va a salir de la cancha  pero con un cachetazo a mi descreimiento nunca se desvía y entonces sigue y sigue y sigue y  la veo desde lejos y en lo alto redondita entrar sin permiso en el arco de enfrente y entonces yo también subo a la butaca y me abrazo a todo lo que encuentro, que también nos abraza y la gente sube y baja y grita y lagrimea y se agarra la cabeza y la frase “es un hijo de p…” es la más usada en boca de varios…y cuando al final el equipo contrario entra al túnel y hay un canto al arquero que se va masticando algo que no es chicle es entonces que me cierran los cinco minutos del sueño de la noche anterior….

¿Quién fue el gil que  dijo que en los trescientos segundos de cinco minutos no se puede hacer demasiada cosa? Pfff cuentos chinos…

Cecilia810


Cecilia 810

Cecilia es la lectura más esperada después de cada partido. Un bálsamo en los momentos difíciles y un tónico para acompañar la euforia




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